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Por lo visto, un coche deportivo tiene un poderoso efecto afrodisíaco en las morenas. Da igual que lo conduzca un negro musculoso o el típico hombre blanco, el brutal rugido del motor hace que las bragas de cualquier mujer que sepa de coches se humedezcan. Pero el negro también tuvo suerte en este caso: sus piernas se abren ante él con unas nalgas firmes, ¡uno de los espectáculos más bellos que recuerdo!
Uf, ojalá pudiera chupar las gotitas húmedas de los pétalos rosados de estas bellezas, lamer sus pezones y apretar sus pollas de leche. Mmm, ¡y luego meterles un palo a cada una y llenarles las rajas hasta el borde!